martes, 23 de diciembre de 2014

El Momento tan Esperado (II)

Lo que estaba siendo un test basal diario normal, comenzó a ser diferente. Las contracciones no estaban siendo demasiado seguidas pero tenía picos, así que me dieron la opción de irme a mi habitación y volver más tarde. Yo con eso de ser primeriza preferí quedarme allí donde estaría monitorizada todo el tiempo. Y que bien hice, en menos de una hora empecé a tener contracciones seguidas. Pude sentarme en una pelota de pilates que me vino genial, hasta que rompí la bolsa por goteo y no dejaron que me moviera de la cama . Tuve muchos vómitos.
Me tocó una sala de dilatación con mucho calor y eso, más los sudores por el trabajo de parto, se hacía un poco agobiante. Por suerte me tocó un grupo médico excelente, dos enfermeras me trajeron un ventilador y empaparon una toalla para refrescarme todo el cuerpo mientras el futuro superpapá fue a por una Coca-cola el refresco más cafeinado que hubiese.
Cada poco venían a preguntarme qué tal estaba . Tenía un miedo horrible a ser la típica chillona y que pasaran de mi por exagerada, pero por suerte no fue así. Supe mantener un control mental para no darlo todo en estas contracciones y llegar hiperventilada a la hora de expulsar.
Tras 10 h de introducir Propex, ya podían ponerme la epidural. La necesitaba, las contracciones ya eran muy rápidas, una tras otra sin tiempo a reponerme. Y de repente me dicen que no me la pueden poner porque no aparece el consentimiento en mi historial. Casi los mato, pero cada vez que intentaba articular palabra, venía una contracción que me lo impedía .  El futuro superpapá fue a mi habitación a por la carpeta de mis documentos, y cuando por fin llega sin él,  milagrosamente aparece.
Me llevan a quirófano, para poner la epidural tenía que estar muy quieta, pero las arcadas me lo impedían. Por fin hubo un momento en el que el anestesista pudo hacer su trabajo. Volví para la cama y me trasladaron a otra sala de dilatación mucho más ventilada . Estaba estupenda, no notaba dolor, creo estoy convencida de que a Fidel Pagés Miravé hay que hacerle un monumento por haber descubierto la epidural -si no lo tiene ya-.
El anestesista me informó de lo que sentiría a partir de ahora y de la importancia de la movilidad de los dedos de los pies. La matrona nos sugirió que descansáramos, ya que sería un proceso largo.

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