Después de muchos años de trote y con las últimas obras en casa acabó hecho un asco. Superpapá y yo decidimos por unanimidad guardarlo para recuperarlo en un futuro. El tiempo fue pasando y la semana pasada me lo propuse, tenía que rescatar al pobre puff del trastero y eso hice.
Lo desenfundé. Para eso tuve que desenroscar las patas y quitar cientos de grapas -estoy segura de que el año en que se fabricaron estos puffs, se agotaron las grapas en los centros de bricolaje-.
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