viernes, 13 de diciembre de 2013

Otra de médicos

Hoy te vuelvo a entretener con otra publicación sobre médicos. Ya sabes como son las cosas durante el embarazo, no sales de ellos en 40 semanas. Esta vez le dedico unas líneas a la cita con el dentista. Tal vez lo recuerdes, pero por si acaso te vuelvo a contar que esta cita la tuve que pedir yo misma a través del número que me dio Pilar -la matrona-. Han tardado 6 semanas en dármela. La consulta ni siquiera está en mi centro de salud, me derivan a otro al que no había ido en la vida. El centro es antiguo y hasta da un aspecto de descuidado. Saber que voy ahí para que me atienda un dentista me da un poco de miedito. . . Menos mal que al entrar en la consulta  todo está impoluto.
El dentista verifica los datos que le aparecen el el ordenador, me pregunta la última vez que hice una revisión bucal y le respondo que hace un año -todos los años hago una-. Al pedir cita por el control que le hacen a las embarazadas, me pregunta de cuántas semanas estoy y si suelo tener vómitos. Estoy de 12 semanas de gestación y vomito todas las mañanas, es asqueroso, también tengo, aunque no a diario, náuseas hacia el mediodía. por suerte no tengo ardores todo el día , algo es algo. . .
Le revisión dental sale casi perfecta, tengo una pequeña gingivitis -es la inflamación de las encías, al cepillarme los dientes es muy fácil que sangren-, muy común en las embarazadas. Tengo que cambiar el cepillo dental por uno suave y la pasta dental y enjuague bucal por uno poco abrasivo.- me recomienda la gama de Lacer Oro, de venta en farmacias, el precio de la pasta está por unos 5€ y el enjuague por casi 9€, ahí es nada, el nombrecito le viene al pelo-. Lo bueno es que  no tengo ninguna caries, ¡genial! La parte no tan estupenda de esta consulta es que me  ponen flúor -para evitar el desgaste del esmalte por el ácido del vómito-. La enfermera prepara una especie de aparato como los que se ponen los boxeadores en la boca antes de salir al ring y lo llena de flúor en forma de pasta blanca tan espesa como la pasta dentífrica y tan asquerosa como. . . como. . . bueno, muy asquerosa. Yo que estoy tumbada y rezando para que no me venga ninguna arcada, van y me ponen este aparato durante 10 minutos. ¡Que larga se me hizo la espera! El futuro superpapá , que estuvo conmigo todo el tiempo, ponía cara de "menuda la que tienes que aguantar, pero sabes que hay que hacerlo". Por fin me quitan el dichoso aparato, puedo escupir los restos de flúor que han quedado en mi boca, hasta me da una especie de escalofrío y la enfermera se extraña y espeta toda tranquila: "Ah, pues hay mujeres que les encanta". Y pienso ¿qué? ¿en serio hay gente que le gusta el sabor que deja esto? Qué raro es el ser humano. . .
Antes de salir de la consulta, el dentista me recomienda no beber ni comer hasta dentro de 1 hora como mínimo. ¡Lo qué me faltaba . . .! ¿Es qué no os parece suficiente la tortura a la que me acabáis de someter? Mientras mi cerebro procesa todo esto, el dentista sigue: "Pides cita para dentro de 2 meses para seguir con el tratamiento de flúor, tal vez por esa época dejes ya de vomitar, pero por si acaso, hacemos un refuerzo". De alguna manera, no sé ni como, le pude dar las gracias y salimos de su consulta.  Claro está, mi cerebro continúa, es increíble, con el pavor que le tengo a los dentistas, y tengo que volver en 2 meses. Y no para una simple revisión en la que inevitablemente me pongo tensa, no, sino para una asquerosa e insufrible sesión de flúor. ¡Qué injusto! Al rato aparece mi "yo" racional y trata de parar esta tortura psicológica sacando la parte positiva de esta consulta, estoy perfecta, ni una caries ¿te imaginas tener que enfrentarte a un empaste o endodoncia ahora? Has hecho las revisiones anuales como se debe hacer. Lo que no puedes evitar es que las hormonas se encarguen de inflamar tus encías ni del desgaste de esmalte que producen los vómitos diarios. Es mejor ponerse el flúor otra vez más y seguir manteniendo una boca sana.
El futuro superpapá , como si me leyera la mente, repite casi a la perfección mis pensamientos mientras volvemos a casa. ¿Estará desarrollando algún tipo de superpoder que tienen los padres? ¿O tal vez poniendo en práctica algún curso de capacitación para futuros papás? 

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